Su emplazamiento data del siglo pasado en una hacienda de extensión considerable, cuyos linderos comenzaban desde el sitio-habitación de D. Juan Roque Pérez Triana (Alto del Pueblo), lugar conocido por Cayo Hueso, hasta el barranco de La Sabina (todas las personas que habitaban en esta hacienda en distintos predios urbanos eran familiares). La hacienda era propiedad de D. María Sánchez Cordovez y fue la que en recuerdo de la Crucifixión de Cristo quiso se quedaran colocadas las TRES CRUCES, en un nicho que con el tiempo fue reconstruido por su nieto D. Florencio Pérez Sánchez, en el mes de abril de 1909, y en el cual existía una inscripción que se deterioró con el paso de los años. Este texto se ha renovado y se mantiene hasta nuestros días, evocando el recuerdo y la promesa que sin duda ofrecieron nuestros antepasados. El lugar del emplazamiento fue siempre bordeado por una inmensa vegetación, predominando los eucaliptos y los brezos, así como diversas clases de árboles frutales, teniendo al poniente la belleza de sus montañas y El Roque, con su historia que ha evocado un pasado en armonía y conjunto bellísimos.

Con el aluvión de agua en el año 1957 y al desbordarse el barranco del Romero, originó una barranquera destrozo la plaza antigua que se habla construido delante del nicho con las tres cruces el siglo pasado, las obras de reconstrucción fueron hechas con la aportación de las familias de la demarcación y familiares de los antepasados que construyeron el Calvario. Cuando se concluyó la reconstrucción se celebró una misa oficiada por el sacerdote D. Aurelio Feliciano Sosa, que estuvo algún tiempo a cargo de la parroquia de San Blas en este municipio.

Por la fiesta de la Cruz y a lo largo de los años siempre se celebraron diversos actos, enmarcada es siempre en las tradiciones más antiguas, aun en el pueblo viven personas que recuerdan ir de niños acompañando una procesión desde la Parroquia de San Blas hasta el Calvario, recordando a la Virgen de los Dolores y a las Santas Mujeres camino del calvario en la tierra de Cristo. En la festividad y en torno a las reuniones tanto familiares como de los barrios del municipio y otros pueblos se repartían comida y manjares de la época, aportando cada vecino medio barril de vino de excelente calidad, para los presentes y personas que llegaron de otro lugar, teniendo las reuniones un tiempo comprendido de Mayo a Junio.

El entorno del Calvario era también adornado con ramas, en donde se colocaban las banderas y los faroles antiguos para iluminar la zona. En las inmediaciones estaba también emplazado el cuartel de la Guardia Civil el cual contribuía a la fiesta con el lanzamiento de globos anunciadores, lo cual producía una enorme expectación, dado el renombre que esta festividad llevaba consigo. También en el mar D. Domingo Monterrey (conocido por "Minguero"), encontró bengalas y una pistola de lanzamientos, que fueron empleadas en la festividad de la Cruz; su luminosidad era divisada en lugares lejanos, al abrirse como surtidores de luz en la altura y con ello se poma una nota de colorido espectacular. También como espectáculo tuvo la Cruz unos gigantes vestidos a la usanza antigua, se recuerda que en uno de ellos iba D. Domingo el Mulato, el cual recitaba unos romances y unas décimas a la cruz.

Cuando D. Clemente Pérez Monterrey regresó de la guerra en el año 1947, ofreció hacer una fiesta, entre los actos se representó un Cuadro Plástico, representando "La Piedad" en la que Doña Prisca Clemente Lorenzo hizo una magistral interpretación de la Madre Dolorosa con su hijo muerto, el cual representó D. Pedro Guerra Brito. Dicho cuadro fue dirigido por el pintor artista de santa Cruz de La Palma, D. Francisco Felipe (Pataco). Acompañaba la orquesta López tocando un fragmento de "La Dolorosa" y otras bellas melodías.

Hace 12 años (1983) se instalaron nuevas cruces de tea a cargo de D. Clemente Pérez Monterrey, por el deterioro de las antiguas. Junto a las típicas comidas y repostería que se encontraban en las cruces, se añadieron los churros en 1945, que los hacía D. Francisco Gotera Concepción. Los ventorrillos se hacían con palma y sábanas. Muchas fiestas se celebraron durante años todas ellas revistiendo siempre buen gusto y originalidad: Los caballos para las corridas de cintas bordadas eran engalanados y dirigidos por la maestra que residía en dicho barrio, Doña Carmen Martínez Jerez, culta maestra que como buena andaluza sabía dar un toque de elegancia y distinción al espectáculo.

Tomado de un programa de La “Fiesta de Las Tradiciones” organizada por el Colectivo de Escuelas Unitarias de Mazo y Fuencaliente del año 2003. Firmado el texto por Maruca Guerra.